Si en adultos la noticia del diagnóstico de cáncer cae como un jarro de agua fría , en niños es aún más complicada de digerir si cabe.

El cáncer infantil no es una sola enfermedad, sino que incluye un gran número de enfermedades, con  características específicas y comportamiento totalmente diferente entre sí. Sin embargo, tienen en común que se originan a partir del crecimiento anormal de una sola célula o de un grupo de ellas, que poseen la capacidad de invadir tanto los órganos vecinos como los órganos alejados.

Hay que partir de que la incidencia del cáncer en niños es muy baja, considerándose una enfermedad poco frecuente. Se diagnostican en España alrededor de 1.000 casos de cáncer infantil, lo que representa el 3% del total. Pero sí que es cierto que nos hallamos ante una enfermedad que, en los países desarrollados, es la primera causa de muerte por enfermedad en los niños.

La buena noticia es que, durante las últimas décadas, los avances en las técnicas diagnósticas y en los tratamientos del cáncer infantil han aumentado la supervivencia de estos niños, pasando del 15-20% hasta el 70-80%.

A pesar de muchas investigaciones, las causas del cáncer en los niños no se conocen. Los expertos en la enfermedad explican que el cáncer infantil procede de una mutación genética, por lo que no se conocen las causas y, por tanto, no se puede prevenir (a diferencia de algunos tipos de cáncer en los adultos que sí pueden prevenirse evitando la exposición a algunos factores de riesgo).

En el momento de la confirmación del diagnóstico, se realizan diferentes pruebas que determinarán su localización y estadio, estas pruebas son: análisis clínicos, pruebas por imagen, endoscópicas, histológicas.

El equipo médico decidirá un protocolo de actuación, en función de cada caso, con las mejores opciones para atacar al cáncer. Los tratamientos más empleados son la cirugía, la radioterapia y la quimioterapia, en ocasiones con trasplante de médula ósea. También pueden realizarse tratamientos combinados.