El cáncer acecha a cualquier persona. Sin embargo, hay datos positivos, ya que el 40% de los tumores son evitables con hábitos de vida saludable que están al alcance de todos, según los últimos datos publicados esta semana por la Sociedad Española de Oncología Médica, SEOM.
Medidas como el abandono del tabaco, que es responsable del 33% de los tumores; reducir el consumo de acohol, que está detrás del 12% de los cánceres, o mitigar la obesidad, que provoca uno de cada 20 tipos de neoplasias. Es ahí donde la alimentación juega un papel decisivo en la prevención del cáncer. «Existe un gran número de tumores en los que se conoce que la dieta tiene una gran influencia, como el colorectal, el de estómago o el de mama en particular», confirma Miguel Martín, jefe de Servicio de Oncología Médica el Hospital Gregorio Marañón de Madrid, quien hace hincapié en que «ya hay evidencia científica de que la obesidad por sí misma es un factor de riesgo clave en el desarrollo del cáncer».
Pero, ¿qué debe incluir ese carro de la compra? El consenso es total: «Resulta necesario volver a la dieta mediterránea tradicional, es decir, dar prioridad a los productos frescos y de temporada, los que se encuentran en el mercado y que no están sometidos a ningún proceso de conservación, y eso pasa por aumentar la ingesta de verduras, hortalizas, pescados, frutas, legumbres, frutos secos y cereales integrales, todo ello acompañado de aceite de oliva virgen», explica Martín. Alimentos todos ellos ricos en fitoquímicos. «Los fitoquímicos tienen la capacidad de estimular el sistema inmune, de bloquear los carcinógenos presentes en la comida y bebida que ingerimos, de reducir la inflamación que estimula el crecimiento del cáncer, de prevenir daños en el ADN celular, de reducir el estrés oxidativo que daña las células y puede originar cáncer y de retrasar el crecimiento de las células cancerígenas».
Y tan importante como lo que comemos es lo que no comemos, de ahí que los expertos coincidan en la necesidad de «reducir el consumo de carnes rojas y procesadas, evitar los azúcares refinados y eliminar de la dieta los productos procesados, pues tienen una gran influencia a la hora de incrementar el riesgo de padecer algunos tipos de cáncer», puntualiza Martín.
La alimentación no es sólo una herramienta de prevención, también puede ser clave en la recuperación de un paciente oncológico. «Durante el proceso del tratamiento de cualquier tipo de cáncer la alimentación juega un papel fundamental y todos los pacientes deben seguir una dieta sana y equilibrada, aunque es posible que haya alimentos que no le sienten bien, por ese motivo se deben ajustar las necesidades a cada persona», explica Marisa Torres, oncóloga médica del Instituto Oncológico Baselga (IOB).
Fuente: La Razón